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A más de mi metros de altura se levanta este pueblo de la Provincia de Albacete, justo al borde de la carretera Nacional que une Levante con Andalucía. Enclavada en una inmensa vega, los campos cereales han ido ganando terreno con el tiempo a los viejos bosques. En la actualidad, el cultivo del grano y la ganadería centran la actividad laboral del municipio, cuyas calles ascienden en el sentido de la ladera en que se asientan.        

El Cubillo es pueblo que respira aires frescos y saludables. Al llegar a la parte más alta de estas tierras, el paisaje adquiere un tono como irlandés que se refleja en los pastos, los caminos y parcelas de piedra, el verde intenso, los ocres acervezados de la turba y un azul violáceo en el cielo, donde se dibuja a veces una bandada de tordos.

 Por los campos del Cubillo, la ruta se adorna con un arbolado copiosísimo. Es éste uno de los tramos mas fantásticos de cuantos el otoño puede ofrecer, con el intenso amarillo de las hojas que van desprendiéndose lentamente de las ramas.

     

A la derecha de la carretera en dirección a Albacete, la humedad de ríos y arroyos alimenta un valle en el que crecen elegantes choperas de todos los colores. Toda esta gracia vegetal se mantiene hasta El Jardín, pasando por Los Chospes y Villaverde. Al borde del camino, las casas se adornan con flores: malvas, geranios, adelfas y rosales, desean buen viaje al automovilista. Ya en la parte sureste, se levanta la aseada ermita de Villaverde.


El Cubillo celebra sus fiestas mayores para San Jose, con misa en la iglesia , procesión por sus calles y luego comida popular . También se festeja aquí a Nuestra señora de la Asuncion para el 15 de agosto. 

La gastronomía del Cubillo  ha dado platos tan apreciados como las patatas al monton, Gazpacho manchego, las gachas de harina de guijas. En la Venta Bonanza y en el hostal la Vega, las comidas caseras. el bar de Los Chospes ofrecen unas carnes a la brasa deliciosas y reconfortantes.


 En la laguna de los Ojos de Villaverde, muy cerca de la general y junto a la aldea igualmente llamada, desagua el arroyo de Pontezuelas, que discurre entre encinas y sabinares. El conjunto constituye un atractivo ecosistema de vegetación palustre, con carrizos, masiega y junquillo negro, que alberga a una buena cantidad de aves.